lunes, 22 de julio de 2013

CONFLICTOS NO RESUELTOS

A menudo tratamos de ocultar los desacuerdos y preferimos pensar que "algunos problemas se resuelven solos". Pero sólo al afrontarlos con entereza hallaremos la verdadera tranquilidad.

EL CONFLICTO PARTE DE LA VIDA

Si recordamos que, en general, llegamos a esta vida tras un proceso de gestación armónico que se da en un ámbito de paz y seguridad, nada tiene de extraño que, en nombre de esa memoria que precede a la de las palabras y los pensamientos busquemos evitar el sufrimiento a toda costa.

Así como nuestra piel empieza a cicatrizar apenas recibe una herida, porque tiene la capacidad de autorregenerarse y volver a su tersura original, nosotros somos buscadores de una paz y una armonía que hemos conocido antes que nada, pero evitar los conflictos no siempre parece ser el buen camino.

Al menos, no como modelo único o regla generalizada. Del mismo modo en que la paz y la armonía son inherentes a la vida, también lo es la diferencia. Si observas a tu alrededor, verás un mundo jalonado de conflictos naturales. La noche y el día, La luz y la sombra, La tierra y el agua. Si observas con atención, seguirás descubriendo hasta el infinito diferencias de este tipo.

Y verás también, que estas diferencias no se dirimen por la exclusión de una de las partes, sino por armonización e integración de las mismas. Gracias al modo en que se suceden el día y la noche, disfrutamos del uno y de la otra y, lo que es más, conocemos a cada uno debido a la experiencia que tenemos de su opuesto. Al observar nuestro mundo se nos ofrece una maravillosa y permanente lección de resolución de conflictos sin abolición de las diferencias.

LA DIFERENCIA POSITIVA

¿Qué es un desencuentro en las relaciones interpersonales?

En primer lugar, es la exposición de dos puntos de vista, dos deseos, dos propuestas, dos creencias, dos experiencias, dos sentimientos ante una misma situación.

Desde el momento en que no existen dos individuos iguales, esta diferencia, esta diferencia es perfectamente natural.

Algunas de estas diferencias son desacuerdos que se zanjan de manera sencilla y complementaria. A ti no te gusta cocinar y a mí si, yo odio hacer la compra y tú disfrutas con ello. Pues, en lo referente a la comida, nuestras diferencias serán complementarias.

Otras diferencias alcanzan una intensidad mayor, a veces alta, y promueven un conflicto. Mientras estemos inmersos en él, acaso no nos sintamos cómodos. Tendremos que exponer razones, escucharemos argumentos que, quizás, estén muy lejos de los nuestros, habrá un momento de fricción. Pero si cada uno de los protagonistas escucha los argumentos del otro hasta el final y esgrime su derecho a ser escuchado del mismo modo, aumentarán las posibilidades de generar una alternativa que contenga elementos de las dos propuestas.

APRENDER UN NUEVO MODELO

Quizá no resulte fácil, en un principio, aprender a desenvolverse en situaciones de desencuentro. Quienes más quienes menos, hemos asimilado modelos en los cuales "conflicto" es casi sinónimo de "ruptura" y el acatamiento, un modo de acceso a la aceptación y al cariño. En la infancia hay dos tipos de niños, el bueno que era el que obedecía sin rechistar, mientras aprendía a meter sus opiniones, gustos y necesidades en una bolsa. y el que exponía y bregaba por ellos, era considerado "malo".

Entre quienes hoy somos adultos ¿quien no ha recibido o escuchado alguna frase según la cual, si no obedecíamos, no se nos querría? Posiblemente muy pocos. Y de esta manera no aprendimos a resolver conflictos, sino a evitarlos. Pero lo cierto es que los conflictos "evitados" fermentan y acaban por producir aquello que se quería evitar a toda costa. Es decir, el sufrimiento.

Esto ocurre porque cuando hemos eludido un desencuentro sin exponer nuestras razones, éstas permanecen insatisfechas. cuando tienes hambre y no la atiendes, o necesitas ir al baño y lo postergas, o estás con mucho cansancio y no duermes, estas necesidades no atendidas terminaran por interferir en todos tus pensamientos y actividades y hasta podrán provocar una descompensación orgánica. En el plano psíquico, las cuestiones no atendidas generan un efecto bola de nieve hasta que caen sobre el techo de la choza que pretendías proteger.

DESACUERDOS PARA CRECER

Pero si la evitación automática de una disputa o un desencuentro es una manera precaria y no funcional de afrontarlo, el acometer de una manera indiscriminada todas las situaciones de conflicto, revela un modo muy rígido y poco maduro de zanjarlas.

Los desacuerdos pueden ser afrontados y resueltos de una manera que ayude a crecer creando atmósferas de convivencia. El requisito entonces es que los interesados sean capaces de escuchar, de ponerse en el lugar del otro, admitir los puntos de vista ajenos y proponer diferentes alternativas.

Puedes tener una disputa sostenida y fuerte con alguien que es muy firme en sus argumentaciones y que las expone con autoridad. Eso pondrá a prueba tus propios argumentos, tu capacidad de exponerlos, tu paciencia y tu elocuencia. Te ayudará a desarrollarlos, crecerás. Pero en los casos más difíciles, puedes llevar las de perder en términos morales, físicos, psíquicos, profesionales o económicos. Al evitar el conflicto con este tipo de personas no habrás alcanzado la paz, pero si habrás evitado dañarte.

LA PAZ COMO OBJETIVO VITAL

Después de protegerte, deberás estudiar otras maneras de abordar la situación de desacuerdo con tal individuo. Como decía el sabio chino Sun Tzu, autor de El Arte de la guerra (Ed. Edaf), "en ocasiones la batalle mejor ganada es la que no tiene lugar". También él recordaba que el objetivo de la guerra es la paz, por lo tanto, aun en estas situaciones, deberás comprobar si has obtenido lo que, en verdad buscabas.

Pero es importante no perder nunca de vista que postergar el conflicto nunca es un objetivo en sí mismo. El propósito es, siempre, encontrar paz y armonía, no miedo, disconformidad y resignación.

SER PROACTIVO

Ser proactivo no es ser conflictivo.

La paz, obre todo la interior, es ese estado de armonía que se percibe en nuestro mundo interno cuando no hay voces de autorreproche, cuando dejamos de culparnos por no haber sido coherentes con nuestros deseos o necesidades.

La paz llega cuando podemos valorar positivamente nuestras acciones porque resultaron de una honesta evaluación de nuestros recursos. Y ocurre, a menudo, que en el mismo proceso en el que afrontamos un conflicto externo, despejamos de conflictos nuestro mundo interior para alcanzar esa paz que tanto necesitamos y nos merecemos.

8 CLAVES PARA UNA DISCUSIÓN SANA

1. RESPETAR TU PROPIA POSICIÓN

Ante todo, recuerda que todo conflicto es la expresión de dos posiciones diferentes, pueden ser opiniones, gustos, sentimientos, intereses, expectativas, proyectos, creencias, ante una misma situación. Cuando eludes el conflicto lo que haces, antes que nada, es quitar del escenario tu propia posición.

2. CLARIFICAR TUS NECESIDADES

Es importante que tengas claro, ante todo para ti, cuál es tu postura ante la situación conflictiva. Si es necesario apártate y exprésala en voz alta ante el espejo. O escribe, por orden de importancia, los puntos que te interesa defender. Hazlo tan exhaustivamente como puedas; luego, ya defenderás tu posición.

3. IDENTIFICA LO NEGOCIABLE

Al confeccionar esta lista ten en cuenta qué puntos son negociables y cuáles no. Ésta es la piedra sobre la que se sustentará todo tu trabajo de negociación futuro.

4. EVALÚA EL CONFLICTO

Intenta evaluar la intensidad y la importancia que la cuestión conflictiva tiene en tu relación con la otra u otras personas. ¿Pone en peligro la esencia del vínculo? ¿Se juegan principios o valores? ¿De qué modo alternará tu vida el resultado de este desacuerdo? Responde con la mayor concentración y sinceridad a este tipo de interrogantes y luego califica al conflicto en una escala de uno a diez. Un conflicto de escala uno quizá pueda dejarse pasar o posponer para atender a los más importantes. Los que sean evaluados con un seis o más necesitarán ser abordados.

5. ESCUCHA A LA OTRA PARTE

Pídele al otro sus argumentos y escúchalos con atención. En la medida en que lo hagas, descubrirás los puntos en los que reside el desacuerdo. Asimismo, podrás encontrar qué diferencias son formales o de contenido.

6. OBTÉN UN PRIMER ACUERDO

Inicia el abordaje de un conflicto señalando que, al menos, hay un acuerdo: "Estamos de acuerdo en que no estamos de acuerdo". Parece una tontería, sin embargo, una frase así cambia la atmósfera de la discusión y facilita un punto de partida. Del mismo modo, cuando no se llega a un arreglo, siempre se puede recordar que "estamos de acuerdo en que no estamos de acuerdo, y podemos pactar continuar con esa discusión en otro momento, en otro lugar y bajo ciertas condiciones que también podemos convenir".

Ten en cuenta que tu propuesta debe tener una o más alternativas. Tú propones ir al cine y la otra persona prefiere ir a cenar a un lugar tranquilo porque no quiere estar entre gente. ¿Cuál es tu alternativa? ¿Cenar en casa y ver una película en DVD que a ambos os atraiga? ¿Tener hoy la cena que la otra persona propone y acordar ir al cine mañana? ¿Ir al cine en un horario de poca concurrencia y, por la noche, tener esa cena más tranquila?.

8. INTENTA SUMAR Y NO RESTAR

Recuerda que las mejor solución para un conflicto es aquella en la que, aun en porcentajes diferentes, las dos posiciones están contempladas, tenidas en cuenta y satisfechas sus demandas. un conflicto es un desacuerdo en el que alguien quiere azul y el otro amarillo. Pues con el azul y el amarillo se presenta una maravillosa oportunidad de encontrar o construir una muy rica gama de verdes, es decir, explotar la creatividad de la diferencia.

Sergio Sinay
Periodista y psicólogo

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