martes, 16 de julio de 2013

¿CUÁNTA TIERRA NECESITA UN HOMBRE?

Un campesino llamado Pajorn recibe la visita de unos familiares de la ciudad. Comparan su forma de vida y Pajorn se siente casi del todo satisfecho de estar en el campo.

-"¡Si tuviera toda la tierra del campo que quisiera no temería ni al diablo!", dice.

El diablo, que lo oye, piensa. 

- "Yo te daré la tierra y por medo de ella te tendré a ti". 

De un modo u otro, Pajorn va prosperando y haciéndose con más y más tierras sin que nunca llegue a parecerle suficiente. Después de muchas  vicisitudes y siendo ya dueño de una importante hacienda, Pajorn recibe la visita de un comerciante que le habla de los bashkiros, un pueblo que posee una enorme extensión de tierras fértiles. "Si entras en tratos con ellos, puedes conseguir la mejor tierra por muy poco dinero", asegura el comerciante. Pajorn vende su hacienda, se encamina al país de los bashkiros, entabla negociaciones con ellos y al preguntar por el precio le responden que mil rubios por día.

- ¿Por día? ¿Qué clase de medida es esa?

- Eso no lo podemos calcular - contesta el jefe . , lo que puedes recorrer en un día sera tuyo.

- Pero en un día se puede recorrer mucha tierra - replica Pajorn.

- ¡Toda será tuya!, pero si antes de que se ponga el sol no has vuelto al lugar de partida, habrás perdido la tierra y el dinero.

Acuerdan partir de un lugar señalado, desde el cual comenzará a caminar señalando con hoyos el contorno.

Esa noche, Pajorn apenas puede dormir y, al desperar, avisa a todo el mundo, de modo que antes del amanecer se encuentran en la cima de un cerro, esperando la salida del sol. Una gorra con el dinero es el punto al que habrá de regresar al acabar la jornada. Pajorn mira maravillado a su alrededor: toda la tierra es regular como la palma de la mano y negra como la semilla de la amapola . . . En cuanto despunta el sol, emprende la marcha, ni muy deprisa ni muy despacio, y cava su primer hoy al cabo de un buen rato. 

Cuando ya ha recorrido una buena distancia, se siente fuerte y trda en cambiar de dirección, le parece una pena no abarcar también uno u otro lugar. Vira al fin cuando el cerro se ve muy lejano. Camina y camina cada vez más rápido. Solo se detiene un momento para comer un poco y reponer fuerzas y emprender la marcha sin demorarse.

Cuando el sol está en el cenit, va a cambiar de dirección, pero descubre una pequeña llanura virgen.

- "Sería una lástima dejarla" - se dice, es ideal para plantar el lino.

- Más allá ve un bosquecillo perfecto para construir un granero ...

Continúa abarcando más y más y tan solo al cabo de un buen rato cava su hoyo y gira. Apenas logra ver ya el cerro y se da cuenta de que se ha alejado demasiado, eta muy cansado y contempla jadeante cómo el sol comienza a descender.

A estas alturas, Pajorn ve que ha de darse mucha prisa para llegar a tiempo, pero teme morir por el esfuerzo, su pecho trabaja como el fuelle del herrero, su corazón golpea como un martillo y las piernas no quieren seguirle. Corre como un poseso y justo cuando llega al pie del cerro el sol se ha ocultado.

Desesperado, mira hacia arriba y escucha a los bashkiros animarle con gritos y aspivientos. Se da cuenta entonces de que aún brilla el sol, en la cima del cerro, todavía tiene una oportunidad. Tomando aliento corre ladera arriba y un instante antes de que el Sol se ponga, Pajorn cae hacia delante rozando con la punta de sus dedos la gorra.

- ¡Bravo!, grita la muchedumbre. Pero el campesino ya no puede oírles, su corazón no ha resistido.

Apenados, los bashkiros cavaron allí mismo una tumba para enterrar el cuerpo de Pajorn. Tres arshinas de la cabeza a los pies fue toda la tierra que finalmente necesitaba . . .

Cuentos de Tolstói

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