jueves, 8 de agosto de 2013

LA PRÁCTICA DE LA ACEPTARSE A UNO MISMO

Reconocer lo que somos y sentimos es el segundo pilar de la autoestima. Se trata, ante todo, de una decisión personal.

Autoestima y aceptación están tan vinculadas que, en ocasiones, se confunden pese a ser términos distintos. Mientras que la autoestima es algo que experimentamos, la aceptación de nosotros mismos es algo que hacemos. Dicho de otra forma "la aceptación de mí mismo es mi negativa a permanecer en una relación de confrontación conmigo mismo". Repasemos los tres niveles de significación de este concepto:

1.- ACEPTARME A MÍ MISMO ES ESTAR EN MI LADO - ESTAR PARA MÍ MISMO.

La aceptación es más primitiva que la autoestima, una especie de egoísmo natural que es un derecho innato y contra el que, sin embargo tenemos la potestad de obrar y anular. La aceptación básica de uno mismo es lo que espera suscitar un psico-terapeuta eficaz en una persona con poca autoestima supone decirnos: "Elijo valorarme, tratarme con respeto, defender mi derecho de existir". Este acto primario de auto-afirmación básico para la autoestima, puede combatir en defensa de nuestra vida, incluso cuando estamos desesperados. Desde lo más profundo de la depresión puede llevarnos a pedir ayuda. Es la voz de la fuerza de la vida. Es el "egoísmo" en el sentido más noble de la palabra.

2.- LA ACEPTACIÓN DE UNO MISMO SUPONE NUESTRA DISPOSICIÓN A EXPERIMENTAR.

Debemos experimentar que pensamos, sentimos lo que sentimos, deseamos lo que deseamos, hemos hecho lo que hemos hecho y somos lo que somos. Es la negativa a considerar cualquier parte de uno mismo, (cuerpo, emociones, pensamientos, actos, sueños, . . .) como algo ajeno y distinto de nosotros. A menudo, cuando experimentamos y aceptamos plenamente los sentimientos negativos, somos capaces de prescindir de ellos, les hemos permitido expresarse y abandonar la escena. Sería como decirnos: "Esto es una expresión de mí, no necesariamente una expresión que me gusta o que admiro, pero es mía a pesar de todo, al menos en el momento en que tuvo lugar".

Es la virtud del realismo, es decir, del respeto a la realidad aplicada a uno mismo. Si he emprendido acciones de las que luego me avergüenzo, el hecho es que las he aprendido, la realidad es la realidad, y no puedo cambiarlo. Lo que es, es."Aceptar" es más que "reconocer" o "admitir", es experimentar, contemplar la realidad de algo, integrar en mi conciencia. Por ejemplo:

"Supongamos que mi jefa me explica por qué me he equivocado en mi trabajo. Me habla de manera benévola y sin recriminaciones y, sin embargo, me muestro irritable, impaciente y deseo que deje de hablar y se marché. Mientras ella habla me siento obligado a afrontar la realidad de haber cometido un error. Cuando se va, puedo desterrar la realidad de mí conciencia, lo que aumenta la posibilidad de que vuelva a equivocarme."

Si me niego a aceptar que a menudo vivo de manera consciente, ¿cómo voy a aprender a vivir de manera más consciente? Si no acepto que a menudo soy irresponsable, ¿cómo aprenderé a ser responsable?

3.- ACEPTACIÓN A MÍ MISMO CONLLEVA LA IDEA DE COMPASIÓN, DE SER AMIGO DE MÍ MISMO.

No comprendemos a otra persona cuando solo conocemos que lo que hizo estuvo mal. Necesitamos conocer lo que motivó su conducta. Siempre hay algún contexto que dé un sentido a las acciones más ofensivas. Esto no significa que se justifiquen si no solo que pueden ser comprensibles. No se trata de disculpar, racionalizar o evitar la responsabilidad. Una vez que asumo lo que he hecho, puedo avanzar a un nivel más profundo. Igual que cuando tenemos que corregir a otras personas desearíamos hacerlo sin dañar su autoestima, deberíamos tener esa benevolencia con nosotros mismos. Esta es la virtud de la aceptación de uno mismo.

Cuando las personas tienen dificultades para aceptarse a sí mismas, encontramos normalmente en ellas dos creencias falaces:

* Una es la creencia de que sí aceptamos quienes somos y lo que somos, debemos aprobar todo lo que somos.

* La otra es la creencia de que si aceptamos quienes y lo que somos, somos indiferentes al cambio o la mejoras.

Pero la pregunta es: si no podemos aceptar lo que es ¿dónde encontraremos la motivación para mejorar? Si niego y rechazo lo que es, ¿cómo voy a estar motivado para crecer? He aquí una paradoja (no una contradicción): la aceptación de lo que es es la condición previa del cambio. Y la negación de lo que es me deja pegado a ella.

- Puedo ocultar mis puntos débiles o mis dotes . . .
- Puedo negar mis sentimientos de odio o de amor hacia mí mismo . . .
- Puedo pretender que soy más de lo que soy, puedo pretender que soy menos de lo que soy . . .
- Puedo rechazar mi cuerpo o  mi mente . . .

El mayor crimen que cometemos contra nosotros mismos no es que podamos negar y rechazar nuestros errores, sino que neguemos y rechacemos nuestros talentos porque nos asustan. Si una aceptación de uno mismo plenamente realizado no rehúye lo peor que hay en nosotros, tampoco rehúye lo mejor. La práctica de la aceptación de uno mismo es el segundo pilar de la autoestima.

Nathaniel Branden
Psicoterapeuta especializado en
el estudio de la autoestima

No hay comentarios:

Publicar un comentario