viernes, 16 de agosto de 2013

PROTEGER EL AMOR

Cuatro factores que predicen el divorcio. Malos hábitos como la crítica, el desprecio, la actitud defensiva y la evasión son los mayores enemigos del amor, hasta el punto de predecir el final de una relación. Para revestir esta situación, conviene practicar la reparación, la reconciliación y recurrir al gran tesoro que yace en el fondo de toda pareja: la amistad.

Cuando una pareja en crisis acude a terapia, los psicólogos solemos acompañarla en su proceso para cambiar ciertos elementos que distorsionan la convivencia y, a su vez, para adquirir nuevos hábitos que mejoren la relación. En este sentido, existen cuatro actitudes muy significativas en la predicción del fracaso relacional de una pareja, las actitudes críticas, despreciativas, defensivas y evasivas.

En cualquier relación, sobre todo en las de mayor proximidad y confianza, surgen casi inevitablemente diferencias, quejas y reproches. Sin embargo, existe una gran diferencia entre lo que es una queja y una crítica.

Mientras que la queja se basa en la conducta, una crítica va más allá y se centra en el ataque a la persona. No es lo mismo decir, por ejemplo:

"Tu holgazanería no tiene límites . . . Ya sabía yo que fallarías en tu compromiso de recoger la cocina, porque es más cómodo tumbarse en el sofá" , que decir, "Llevo toda la semana recogiendo la cocina porque tú no lo haces a pesar de que te comprometiste". No tiene el mismo efecto decir: "Estoy harta de que des prioridad a tus amigos antes que a mí" que esto: "Quiero que me consultes antes de invitar a tus amigos a casa".

Una queja manifiesta una acción específica que debe ser corregida de un modo muy concreto, la crítica es una enmienda a la totalidad cargada de juicio acusatorio. Es importante prestar atención a las palabras. Aunque a menudo identificamos la agresividad con gritos , golpes o faltas de respeto, es posible hablar en un tono sosegado, utilizando expresiones revestidas de gran corrección y educación y, llevar, en el fondo del mensaje y la comunicación, la carga de una tremenda violencia.

El hermano gemelo de la crítica es el desprecio. El sarcasmo, el cinismo, la burla, el humor hostil . . . son las diferentes formas en que se manifiesta el desprecio, que envenena las relaciones y suscita el disgusto del otro. Una respuesta de desprecio es desarrollar una actitud defensiva. Entonces surge el hábito de devolver la culpa al otro bajo el lema "¡Y tú, también!" o bien "¡Y tú más!". Esta actitud va acompañada, muy de cerca por la evasión.

Una actitud evasiva suele ser la respuesta de alguien que se siente abrumado. Cuando la agresión de uno de los cónyuges hacia el otro, es tan contundente e intensa, genera una conmoción que acaba convirtiéndose en indefensión. Cuando la victima vislumbra que su pareja está a punto de estallar, intenta evitar el conflicto a toda costa, y por eso huye; una fuga que suele traducirse en "desconexión" emocional de la relación.

Es muy común que cuando dos personas acuden al psicoterapeuta en busca de ayuda para "permanecer juntos" evidencien, a los diez minutos de la primera sesión, que una de ellas ya está emocionalmente desvinculada de la relación. Se trata de una ruptura emocional que, probablemente, comenzó a producirse por una actitud evasiva en algún momento pasado.

Cuando uno de los miembros de la pareja se siente tan desamparada que decide retirarse, se genera un gran sentimiento de soledad en el otro. Con el paso del tiempo, la pareja terminará separándose, o seguirá conviviendo sin más, en una relación inerte, permanecerán bajo el mismo techo, podrán incluso compartir actividades con los hijos o irse de vacaciones, pero ya sin conexión afectiva entre ellos.

Aunque las razones y causas que subyacen a estas conductas son muchas y variadas, existen ciertos factores determinantes: el peso de nuestro orgullo, nuestras inseguridades, el conflicto, el estar poco habituados a asumir nuestros errores, y no saber cómo iniciar y acometer un proceso de cambio y transformación del carácter. Pero, por encima de estas razones hay otra causa muy poderosa: no haber vivido durante nuestra infancia y juventud en un modelo familiar nutricio, constructivo y efectivo a la hora de administrar las diferencias y conflictos cotidianos.

Sin embargo, la habilidad que mejor predice la felicidad y sostenibilidad de una relación es la capacidad de ejercer intentos de desagravio: es decir, los esfuerzos conscientes que realiza la pareja por mitigara la tensión durante una discusión, a fin de evitar que ninguno de los dos se sienta sobrepasado ni indefenso. Expresiones como "Vamos a dejarlo un momento"; "lo habláremos esta noche, cuando estemos en condiciones", "Espera, necesito calmarme un poco"; o gestos atenuantes, como puede ser una sonrisa bobalicona o sacar la lengua, relajan la tensión conflictiva y neutralizan el efecto dañino de la crítica, el desprecio y la actitud defensiva o evasiva.

La experiencia arroja un dato empírico; la presencia de la crítica, el desprecio, la defensión y la evasión predicen, en un 82% de los casos, el fracaso de una relación. La estadística aumenta hasta el 90% si añadimos la incapacidad de ejercer el desagravio. Pero las mismas investigaciones muestran que, cuando se ejerce el arte del desagravio, se consigue reparar los daños que tales actitudes provocan. Porque, ciertamente, hay muy pocas cosas que, en palabras del Doctor John Gottman, psicólogo experto en relaciones de pareja, no se puedan neutralizar y reparar fortaleciendo la amistad que existe en el corazón de toda pareja.

Rosa Rabbani
Dra. en psicología y especialista
en terapia familiar sistémica

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