sábado, 21 de septiembre de 2013

SABER ESCUCHAR "LA CLAVE PARA RESOLVER CONFLICTOS"

Las discusiones de pareja se a menudo producen por detalles insignificantes que esconden el verdadero problema.: las necesidades no satisfechas de cada uno. Estando presentes en el diálogo de forma abierta, y no a la defensiva, podremos escuchar el mensaje que se esconde detrás de la queja y convertir el conflicto en una oportunidad para el acercamiento y la solución.

Un conflicto es una situación de desacuerdo en la que dos persona o más quieren conseguir objetivos que no parecen ser compatibles, lo que les lleva al enfrentamiento. Suele ir acompañado de un enfado. Sin embargo es importante superarlos, porque el enfado es una emoción básica que nos sirve para defendernos y poner límites necesarios, pero no suele ser una herramienta que ayude a solucionar nada. En cambio, escuchar sí que nos facilita estar con el otro y llega a un acuerdo.

Escuchar es algo más que contestar a otra persona o mantener un diálogo. Escuchar es oír con atención, curiosidad e interés lo que la otra persona está diciendo. Es estar presente para el otro sin estar pensando en otra cosa al mismo tiempo. Y sin hablar de uno mismo También significa estar abierto a escuchar cuando el otro no está de acuerdo o tiene ideas distintas a las propias. 

En todo conflicto existe una parte que tiene que ver con la relación y otra que tiene que ver con el contenido. Escuchar nos permite atender a la parte del conflicto que tiene que ver con la relación, que es donde suele estar el problema.

Para resolver un conflicto tenemos que centrarnos en la situación presente, no aprovechar el momento para sacar a la luz la lista de quejas y malestares de la relación, como se suele hacer. En toda relación existen diferencias, pero cuando no existe mucha comunicación, cuando no se expresa, lo que molesta del otro, al final acaba teniendo un saco lleno de quejas. Y en cuanto  se tiene una oportunidad, se vacía de golpe.

A algunas personas les cuesta afrontar los conflictos, mostrar sus desacuerdos y expresar que algo les molesta. Normalmente, esto sucede porque suele haber una experiencia previa, probablemente en la etapa de la infancia, en la que no se sintieron escuchadas ni respetadas en sus diferencias. Por eso  es tan importante tener una actitud de aceptación incondicional al escuchar y no juzgar lo que el otro nos dice.

Si una persona tiene la seguridad de que el otro no le va a fallar ni va a abandonar la relación, le será mucho más fácil expresar un desacuerdo.

Otra cuestión importante es centrarse primero en las emociones de una persona y luego en las de la otra. Es entonces cuando se pueden escuchar una a la otra realmente. En el momento en que se es capaz de estar centrados en lo que cada uno tiene que decir; y luego expresar en primera persona lo que les  estaba ocurriendo sin juzgar ni criticar al otro, será cuando empezamos a tranquilizarse, a abrirse y conectar con la sensación de que por fin estaban empezando a resolver algo.

En términos de riesgo emocional, es mucho más fácil hablar de lo que hace el otro que hablar de lo que le ocurre a uno mismo. Sin embargo, cuando hablo de mí estoy dando información al otro de cómo me impacta, de lo que produce en mí. Si hablo de lo que hace la otra persona, lo que que estoy haciendo es juzgar y culpabilizar, y eso provoca una actitud defensiva. Si yo me siento atacado por ti, lo que voy a hacer es defenderme. Si tú me hablas de ti, de lo que te pasa y lo que sientes, vas a despertar mi interés y voy a acercarme para escucharte. Cuando en un enfado se está resentido, se exigen mutuamente que el otro haga algo distinto sin explicitar sus necesidades. Ambos se echan la culpa sin reconocer como estaban contribuyendo cada uno al conflicto y no siendo claros en lo que querían. Tal como nos dice John O Stevens en su libro "El darse cuenta (Cuatro Vientos), detrás de cada resentimiento hay una exigencia, y detrás de la exigencia, una necesidad insatisfecha.

En muchas ocasiones, hacemos peticiones encubiertas en lugar de responsabilizarnos de nuestras necesidades. Es entonces cuando culpamos a os demás de nuestro malestar y esperamos, seguramente con frustración, que hagan algo para que estemos bien. Si expresamos nuestros resentimientos, las exigencias suelen ser claras y esto nos puede ayudar a conectar con nuestras necesidades, que es donde suele residir el malestar.

El atreverse a sincerarse y, haciendo un recorrido por esta cadena, se puede llegar a darse cuenta de lo que hay en el fondo de la discusión. Los conflictos nos dan la oportunidad de conocernos mejor, y cuando los resolvemos, evitamos que este malestar de fondo que suele distanciar a las personas se acumule. Saber escuchar y sentirse escuchado por la otra persona es una experiencia que nos facilita la apertura, la cercania y la resolución de las diferencias y desacuerdos.

COMO SUPERAR LAS DIFERENCIAS

* HABLA EN PRIMERA PERSONA

Expresa lo que te molesta de la situación. 

Habla de ti y no de lo que hace o tendría que hacer el otro "Siento mucha rabia cuando ..." o "para mí es importante que..." 

Usa un lenguaje claro, directo y concreto, y no aproveches para hacer recriminaciones ni qujarte de otras cosas,. 

Céntrate en un tema y haz referencia a los actos no es lo mismo decir "Eres un desastre" que decir: "Me molesta ver la ropa tirada por el sofá, por ejemplo".

* HAZ UNA PETICIÓN DE CAMBIO

Ponte en el lugar del otro "Entiendo que te pueda resultar difícil porque no estás acostumbrado, pero me gustaría pedirte por ..." 

Le será más fácil acceder a lo que pides si percibe una actitud empática y se siente tenido en cuenta.

* ESCUCHA SIN DEFENDERTE

Ten una actitud receptiva y de apertura. Saber escuchar también es saber recibir lo desagradable o molesto sin que se tambalee nuestro suelo. 

Si yo tengo la sensación de que con tus palabras se mueven mis cimientos, seguramente me voy a defender; sin embargo, si tengo claro que lo que estoy escuchando es una información que tu me das para que nos entendamos mejor, podré quedarme con ella.

* INTERÉSATE POR SUS EMOCIONES

"Me gustaría saber cómo te sientes con lo que te estoy diciendo".

Atender a las emociones, expresándolas y escuchándolas, ayuda a resolver el conflicto. En lugar de dar por sentado el impacto que suponen nuestras palabras en el otro, es mejor preguntarle. De este modo se producirá un mayor contacto entre ambos.

* DIÁLOGA Y NEGOCIA

¿Qué está dispuesto a hacer cada uno para llegar a un acuerdo?

Si somos flexibles casi siempre se puede llegar a una solución adecuada para las dos partes. Decide qué quieres aportar.

* RESPONDE A SU INICIATIVA

Aprecia el riesgo que está asumiendo la otra persona al expresar sinceramente su malestar y explícale cómo ha sido para tí escucharle.

Responder es compartir el impacto que ha tenido en tí lo que te ha dicho la otra persona.

Cuando le damos está información, facilitamos que se sienta valorada e importante.

Mireia Simó
Psicóloga

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