Cuando una circunstancia no esperada nos produce esa sensación es difícil de apaliar en un principio, pero el silencio y el tiempo ayudan a sentirlo, aceptarlo y en muchas ocasiones en empatizar de porque se sufrió ese dolor.
Me gusta el silencio es mi mayor maestro y el me ayuda a comprender que muchas ocasiones cuando el dolor es recibido por personas ajenas a ti (con vínculos nada estrechos) no es preciso alargarlos demasiado ya que posiblemente lo que uno deba aprender es a respetarse a sí mismo, en cambio es bien diferente cuando el dolor es recibido de una persona con vínculos muy fuertes y que uno (yo) no se darle un sentido para poder curarme, no es una lección mía sino de la persona que me lo produjo.
Todos nos producidos heridas, dolor, desengaños, y cada uno de ellos los vivimos en la medida e intensidad que se debe tomar. Podemos vivirlos desde el sufrimiento y la desesperación o limitarse a vivirlo en soledad, en silencio, disolviendo esa energía mal dirigida que no nos permite sonreir.
Estoy dolida y lo expreso porque llevo muchas horas reflexionando y he llegado a la conclusión que aunque quede un resto de dolor momentáneo debo disolverlo, ya lo he sentido, ha formado parte de mi, y mi alma le ha llorado donde las lágrimas han servido como lluvia fresca para la curación.
Mi alma necesita expresarse, precisa darle forma a lo que la razón en muchas ocasiones no ha sabido hacer....
Mi alma necesita expresarse, precisa darle forma a lo que la razón en muchas ocasiones no ha sabido hacer....
No quiero fingir... no me gusta fingir... sería deshonesta conmigo misma...
Un abrazo
Africa
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