viernes, 8 de febrero de 2013

LA ESCUCHA ATENTA

Hay un modo de escuchar que requiere más que oídos, que implica una entrega amorosa de la persona, poco frecuente en el mundo apresurado de hoy. Esta escucha no usa la atención para llegar a ningún veredicto sino para simplemente mantenerse presente frente al otro, emitiéndole una callada señal de apoyo: "estoy aquí, ahora, contigo".

El silencio activo de esta escucha, que no exige ni apremia, que no adelante ni concluye, abre un espacio para las palabras, los gestos y los silencios del otro, le permite pensarse en voz alta, buscarse, desenredarse, dolerse,..., mostrarse. Cualquier juicio o comparación, todo eso que su mensaje despierta en nosotros y que estamos tentados de contar, estorba. Lo esencial es sentir junto a esa persona, sin reaccionar ni correr en busca de respuestas y soluciones.

UN SILENCIO ACTIVO

La capacidad de vaciarse y ofrecerse en blanco a los demás tal vez sea un don de las personas compasivas, que permiten que otros lleguen a su corazón. Pero también se puede practicar como una suerte de meditación: basta con dedicar una atención real y sostenida a aquellos a los que decidimos conceder tiempo y afecto, con asistir sin prejuicios a eso que dicen, y a eso otro que quizá no dicen pero que percibimos que quieren decir.

Incluso manteniendo cierta distancia imprescindible, como hacen los psicólogos y terapeutas, escuchar verdaderamente es dejarse traspasar por la verdad de cada uno, por eso que late en su vida y que no tiene por qué coincidir con lo que creíamos, temíamos o queríamos. La escucha fina es una disposición abierta al otro, requiere saber oírle más allá de sus palabras.

Un silencio valiente invita a decir, o al menos respeta el sentir del interlocutor. Tendido hacia él es un regalo de respeto e interés. Pero además constituye un privilegio para quien va al encuentro del otro saliendo de su ensimismamiento, para quien decide conocer algo distinto a sí mismo.

En última instancia  la escucha atenta propone algo nuevo para ambas partes, un camino que pueden recorrer juntos y que nace de su comunicación sutil.

YVETTE MOYA-ANGELER
CuerpoMente

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