domingo, 25 de agosto de 2013

ACEPTAR LA INCERTIDUMBRE

Asumir conscientemente que la vida conlleva cierto grado de imprevisibilidad nos permitirá liberarnos de nuestra necesidad de control. Solo entonces podremos disfrutar plenamente del presente.

CONVIVIR CON LA DUDA

Si necesitamos tenerlo todo controlado, es probable que estemos asustados y que no nos permitamos relajarnos ni confiar en que las cosas que puedan ocurrir en nuestra vida sean buenas o que podamos manejarnos bien en el futuro.

Sin embargo, la terapia Gestalt cree en la autorregulación de los organismos. Esto significa que tanta la naturaleza como nuestro propio organismo tienen recursos y capacidades para poder regenerarse, adaptarse al ambiente y mejorar.

La persona controladora no confia en sus capacidades ni en el mundo. El primer paso que la terapia Gestalt propone es darse cuenta de la desconfianza que tenemos, tanto en nosotros mismos como en lo que pueda ocurrir. Para ello es importante poder reconocer el miedo como una emoción determinante.

El miedo es un sentimiento necesario y adaptativo, ya que nos ayuda a sobrevivir. Gracias al miedo sabemos qué situaciones podemos afrontar y cuáles no, lo que impide que nos encontremos con determinados peligros que nos podrían llevar a la muerte. Hay personas que han aprendido que el miedo es una emocion que no deben sentir, pero permitirse tener miedo puede ayudarnos a no tener tanta necesidad de controlar.

A veces tenemos fantasías catastróficas sobre la realidad, pensamos que todo lo que va a ocurrir será desastroso o malo y que es seguro que pasará lo peor. Todo ello nos hace estar muy asustados y es entonces cuando aparece el deseo de querer controlarlo todo. Reconocer que las catástrofes imaginarias son fantasías y que podríamos visualizar lo contrario nos puede ayudar a confiar en la vida . . .

Y todavía es más importante aceptar que hay cosas que no se pueden controlar. Debemos ser conscientes y aceptar que hay momentos en los que nos encontramos frente a la vida, que es algo más grande que uno mismo. En ocasiones no podemos saber que ocurrirá, la vida decide por nosotros y solo podemos acatarlo. Para ello tenemos que tener capacidad de soportar la incertidumbre y el impás; es decir, estar sin saber qué hacer, solo esperando.

Lo que podemos hacer para evitar la incertidumbre es no arriesgar. Vivir implica aceptar que la vida tiene un grado de incertidumbre y, por tanto, que no podemos controlarlo todo.

J. Garriga y M. Darder
Psicólogos gestálticos y 
directores del Institut 
Gestalt de Barcelona

No hay comentarios:

Publicar un comentario