viernes, 16 de agosto de 2013

AFLOJAR LAS RIENDAS

A menudo debemos enfrentarnos a hechos que están fuera de nuestro control. La renuncia se convierte, entonces, en algo necesario y saludable.

La palabra renuncia ha tenido tradicionalmente connotaciones negativas, ya que, como seres apegados que somos, nos cuesta abandonar aquello que creemos nuestro. Es así como llegamos a relacionar la renuncia con ideas de resignación, sacrificio o, incluso, de auto-castigo. Pero nada más lejos de la realidad. Renunciar, en un sentido positivo, consiste en aflojar las riendas de nuestro control y averiguar qué aspectos de nuestra vida y de nuestro entorno no necesitan nuestra intervención.

Nuestra lista de renuncias

La renuncia implica comprender y aceptar que existe cierto "orden" en el Universo que es preciso respetar sí queremos viajar por la vida más dichosos y ligeros de equipaje. Para lograrlo, podemos completar una lista como la siguiente con todas las cosas a las que podríamos renunciar:

* "Renunció a . . ."

* Mi necesidad de tener la razón . . .
* Querer sentirme aprobado por los demás . . .
* Tratar de controlarlo todo . . .
* Manipular o interferir en las decisiones de los demás . . .
* Oponerse a la realidad que la vida me presenta . . .
* Impedir que los otros vivan sus experiencias y aprendan de ello, aunque me duela . . .
* Sufrir ante aquello que no puedo cambiar . . .
* Juzgar a los demás . . .
* Asumir funciones que no me corresponden . . .
* Luchar por retener cosas que, en realidad no necesito . . .

Y recordemos que si nos toca cabalgar a lomos de experiencias cuyo intento de control nos produce sufrimiento, soltemos las bridas y cooperemos con la vida permitiéndole que haga su parte; solo así nos sentiremos verdaderamente libres.

Vanessa Gil
Experta en desarrollo Personal

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