viernes, 17 de enero de 2014

LA ALEGRÍA, LA MEJOR MEDICINA

Estar alegre es un estado, una elección personal que todos podemos tomar y que incide sobre la buena salud. De alguna forma eso siempre se ha sabido, pero ahora cuenta ya con el aval de la ciencia.

Los guaranies utilizan habitualmente la expresión: Hague'ÿramo ñambohaguéne, ha haguéramo jahague'óne, que quiere decir "Si está pelado, le pondremos pelos; y si tiene pelo, lo pelamos", una frase optimista con lo que está por venir que dice mucho de ellos.

Los guaraníes son un pueblo nativo de la zona amazónica correspondiente al sur de Brasil, el norte de Argentina, Paraguay y Bolivia. Como agricultores y pescadores, sienten un gran respeto por su entorno natural, pero también fueron grandes guerreros; sin embargo, por su nande reko, su manera de ser, se les describe como una cultura alegre. 

La naturaleza les acompaña; sus tierras son regadas por caudalosos ríos y la selva les brinda la carne y los frutos que precisan. Todo esto permitió a sus antepasados disponer de bastante tiempo libre que transformaban en alegría, expresada mediante fiestas que se alargaban varios días, sobre todo cuando la cosecha de maíz había sido buena. En esas ocasiones, se bebía la chicha caqui, un preparado a base de maíz fermentado que todavía se toma en varias zonas andinas y que se ofrece al visitante como símbolo de hostilidad.

La cultura guaraní defiende la alegría como forma de vida, sentimiento que los define. En la última década como parte de un programa gubenarmental para respetar la cultura guanarí, se inició un proceso de revalorización del nande reko, esa interpretación de la "vida buena" que parte de un equilibrio entre el bien tener y el bien estar individual y colectivo de los guaraníes, sus ideas sobre el desarrollo, la participación, la vida, la felicidad, la justicia y el derecho.

La sabiduría popular de numerosas culturas coincide en varias cosas: la importancia de tomarse la vida con tranquilidad y cierta distancia, el valor de la alegría y de la mirada positiva del mundo, y las consecuencias que puede traer el hecho de ser constantemente negativos tener odio o ser envidiosos, guardarse para sí las emociones o montar el cólera a cada momento. Cuerpo y mente ¿están relacionados?

Solo hace 23 años, en 1985, la doctora Marcia Angell, que también fue editora de la prestigiosas revista New England Journal of Medicine, publicó un artículo en el que hacia la siguiente afirmación: "Nadie ha demostrado de manera inequívoca que un estado mental pueda causar o curar una enfermedad", Ciertamente, la discusión sobre la existencia de una relación entre la mente y el cuerpo ocupó a médicos, filósofos, poetas y sacerdotes durante muchos siglos.

Hasta el establecimiento de un abordaje científico, con métodos estadísticos fiables y técnicas de laboratorio que permitían medir variaciones en las concentraciones de neurotransmisores, era difícil demostrar algunas de estas hipótesis, por lo que las explicaciones caían en el saco del folclore o de la psicología popular e, incluso eran el blanco de algunos cómicos. En 1975, Woody Allen estrenó "La última noche de Boris Grushenko", donde afirmaba irónico: "Los seres humanos se dividen en mente y cuerpo. La mente incluye las aspiraciones más nobles, como la poesía y la filosofía, pero el cuerpo aporta toda la parte divertida".

Sin embargo, actualmente, quizá ya estemos en disposición de analizar mediante la ciencia la veracidad de afirmaciones del tipo "la melancolía se asocia al cáncer" que hace 2.500 años aventuro Galeno, uno de los pioneros de la medicina, simplemente a partir de la observación de los enfermos.

Las investigaciones para demostrar la relación entre salud y estado de ánimo son recientes. Numerosos grupos de investigadores están tratando de proporcionar datos numéricos a cuestiones como: ¿Tiene consecuencias positivas sobre la salud el hecho de ser alegre?, ¿cuántos años de vida saludable ganan las personas que tienen una visión positiva de la vida? O, por el contrario: ¿La tristeza hace realmente que nuestra salud sea más precaria?. 

La sociedad occidental está acostumbrada a considerar la salud desde una perspectiva individualizada y medicalizada, un punto de vista que, ante una enfermedad concreta, se centra en la identificación del factor de riesgo o la causa y en darle respuesta mediante una intervención, como si todas las dolencias tuvieran que seguir un patrón aparentemente simple de las infecciones: bacteria - síntomas - antibiótico - curación.

Una de las signaturas pendientes es combatir la cultura de la pastilla, la medicina del síntoma.

En los últimos años ha habido ciertos avances y se lucha por lograr un abordaje más completo, como es el caso de la hipertensión arterial, en el que hay varios factores de riesgo (colesterol, sedentarismo, sobrepeso, tabaco) y su tratamiento es una combinación de recomendaciones dietéticas e higiénicas (evitar factores de riesgo, dieta, ejercicio) y solo cuando lo anterior no funciona, se aplican medicamentos.

Sin embargo, la cultura de la pastilla sigue teniendo gran peso. Todavía es difícil pensar en políticas de la salud o sociedades médicas que se detengan a valorar de una manera seria y fiable otros aspectos de la persona. ¿Tu médico de cabecera ha tratado de cuantificar el grado de estrés al que te encuentras sometido cada día como te analiza la función cardíaca con un electrocardiograma? ¿Alguien te ha pedido que te hicieras un test para conocer tu grado de optimismo igual que te somete a un análisis para conocer si tu tiroides funciona de manera correcta? ¿Existe alguna escala para que el médico de familia pueda valorar de una manera rápida y fiable la capacidad de reírse, como el obstetra mide la amplitud de las cadenas cuando una mujer se queda embarazada por primera vez?

Empecemos por ahí. Reírse, ¿es bueno?. Una revisión bastante completa de los estudios publicados sobre las influencias del humor y la risa en la salud reconoce que, a pesar de algunos intentos, es difícil llegar a conclusiones sobre el efecto positivo directo de la risa y el buen humor en enfermedades como el cáncer o las afecciones cardiovasculares. Ahora bien, si existen datos concluyentes sobre los efectos saludables del humor como mecanismo para contrarrestar el impacto de los acontecimientos que provocan estrés. El humor y la risa aumentan la capacidad para relajarse.

La rabia, la envidia o el estrés continuo dañan el sistema cardiovascular y acentúan el dolor. Varios estudios demuestran que las personas con mayor sentido del humor tienen una autoestima más sólida, raramente están solas, se deprimen mucho menos y sufren poco estrés. Todo ello se traduce en una mayor puntuación en los tests que miden la calidad de vida.

En Octubre de 2007, la revista de la American Medical Association publicó un artículo de tres psicólogos de las universidades Carnegie Mellon de Pennsylvania y British Columbia de Vancouver sobre el estrés psicológico y la enfermedad. Tras una detallada revisión, concluyeron que el estrés es un factor importante en algunas enfermedades, como la depresión o la enfermedad cardiovascular y posiblemente esté asociado, aunque todavía es necesario investigar más, con infecciones de las vías respiratorias, asma, infecciones por el virus del herpes, algunas enfermedades autoinmunes o la mala cicatrización de las heridas. Es decir, parece cierto que las emociones negativas repetidas y mal gestionadas son un factor de riesgo para padecer enfermedades cardíacas. Y este efecto se ha detectado ya en la adolescencia. y continúa en la edad adulta y en la vejez.

Asimismo, otros rasgos de la personalidad, como la hostilidad, también tienen consecuencias negativas sobre la salud, si tomamos como referencia a personas que no tienen tan marcados estos rasgos.

Por otro lado, tras un seguimiento de tres años a hombres y mujeres de mediana edad, en el marco de un estudio sobre la incidencia del cariño en la vida diaria, realizado en el departamento de Epidemiologia y Salud Pública del University College de Londres, los autores confirmaron que a mayor felicidad percibida, menores son las cifras de tensión arterial de los participantes, lo que se asocia a mejor salud cardiovascular.

Y para no limitarnos al ámbito de las enfermedades del corazón, varios estudios han demostrado que una reducción del estrés, mediante técnicas como la meditación, disminuye la percepción del dolor en pacientes que tienen cuadros crónicos y dolorosos, como la artritits reumatoidea.

El buen humor combate el estrés y reduce el periodo de convalecencia del enfermo.

En definitiva, más allá de los dichos populares, o quizás confirmándolos, la investigación científica nos demuestra que ser alegre y reír a menudo tiene un efecto positivo sobre la salud, por lo menos a la hora de mejorar nuestra relación con el estrés diario. Y no cabe duda de que esto, a su vez, tiene consecuencias positivas y bien demostradas sobre nuestra salud.

La alegría no se puede forzar o hacer constante, pero sí favorecer con un estilo de vida positivo.

Además, ser alegre mejora las relaciones sociales, lo que no es baladí, porque nos aporta muchos de esos pequeños grandes momentos, de esas pequeñas grandes cosas que van llenando nuestros depósitos cerebrales de oxitocina, una hormona que contribuye a reducir ulteriormente el estrés (pero esta ya es otra historia).

Pero entendamos bien la alegría. En palabras del músico brasileño Vinícius de Moraes, es su linda Samba de la bendición:

Es mejor ser alegre que triste
la alegría es la mejor cosa que existe:
es como la luz del corazón
pero para hacer una samba bella
se necesita una pizca de tristeza
si no, no se hace una samba, no (...)

Y es que el mismo modo que la psicología positiva no nos pide que vayamos por la vida con unas gafas de cristales rosados, que la alegría sea positiva para la salud tampoco quiere decir que tengamos que reír de todo como bobos. Tendríamos que intentar ser optimistas y tomarnos la vida con alegría... siempre que podamos. Como dice el escritor Luis Fernando Veríssimo: "El mundo es como un espejo que devuelve a cada persona el reflejo de sus propios pensamientos. La manera cómo usted encara la vida es lo que marca la diferencia".

Albert Figueras
Doctor de Medicina y 
Profesor de la Universidad 
Autónoma de Barcelona



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