miércoles, 21 de noviembre de 2012

EL ÁNGEL QUE PERDIÓ LAS ALAS COMPARTE JUEGOS CON EL HIJO DEL ASTROLOGO

Después de aquel baño tan gratificante y enriquecedor, decidió vestirse e ir a dar una vuelta por el bosque a la espera de poder obtener mensajes que el propio camino le iban a regalar a lo largo de aquel día, algo se lo hacía intuir y era por ello que debía seguir adelante.
 
Su alegría era extrema, los mensajes de la noche le ayudarían a saber por donde moverse, y así poder vivir todo lo que la vida le iba a regalar durante ese día.
 
Se movió, bailo entre los árboles y canto junto a los pájaros. Se sentía llena de vitalidad hasta que de forma sorpresiva sintió como unos ojos ocultos en algún lugar estaban observándola desde el anonimato.
 
Miro a su alrededor e hizo ver que no lo veía, pero sabía que ahí estaba, ¿quién? eso no lo sabía con certeza pero en su momento quien era se descubriría.
 
Siguió a mariposas revoloteando junto al viento y se dejo llevar por la energía que aquel lugar le hacia vibrar.
 
De pronto escucho un ruido entre unos arbustos y su curiosidad la llevo a acercarse de forma sigilosa. Se agacho y vio que el hijo del astrólogo estaba sentado en el suelo sonriendo por lo que ella hacia.
 
- Anda, eras tu el que estabas aquí curioseando... eeehhh!!!!
 
- Hola!!!
 
- jajajaja eres tremendamente divertido, ¿puedo saber porque estás aquí escondido?
 
- Te vi y no quise interrumpirte ya que lo que estabas haciendo me divertía y, quizás el hecho de mi presencia hubiese impedido que te hubieses dejado llevar como lo has hecho.
 
- Ya te vale. Sabes hijo del astrólogo, me hubiese divertido jugar contigo, saltando los dos persiguiendo a las mariposas, cantando y bailando, pero no ha podido ser ya que tu decidiste que así fuese, bueno habrán otras oportunidades, eso espero.
 
- Si quieres lo hacemos ahora.... ¿te apetece? le dijo el hijo del astrólogo con una mirada luminosa.
 
- Clarooooo!!! contesto el ángel que perdió las alas, con una sonrisa juguetona.
 
Durante la mañana los dos muchachos se lo pasaron en grande, disfrutaron de todo lo que el lugar les estaba proporcionando, permitiendo que ambos conocieran un poco más el camino de la vida.
 
Al llegar el mediodía, se despidieron y cada uno por un momento siguió sus propios caminos, sabiendo que el tiempo haría que se volvieran a encontrar.
 
Un abrazo
 
Africa

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