miércoles, 6 de marzo de 2013

CREATIVIDAD PARA CRECER

Todos tenemos recursos para afrontar situaciones de estancamiento o de malestar pero no siempre los utilizamos. La creatividad personal es un gran aliado en el camino que lleva a ser uno mismo.

El cerebro humano pasa la mayor parte del tiempo jugando: calibra opciones, calcula alterativas y evalúa cuál puede ser la más útil para resolver la situación existencial que tiene delante.

El juego es la mejor manera de producir acciones que se adapten al entorno.

Los atascos existenciales se producen cuando insistimos una y otra vez en aplicar soluciones que no funcionan en la práctica y esa tozudez lleva a agrandar el problema inicial. De hecho podríamos definir el problema como el número de veces que hemos intentado solucionarlo sin éxito.

Es por ello que el juego nos permite imaginar vías alternativas de solución a los desafíos que nos plantea la vida. El juego necesita de la creatividad como base del pensamiento, y este es metafórico.

Dicho de otro modo, si dos personas intercambian un billete del mismo valor, ambas se quedan con el mismo dinero. Pero si intercambian una historia, cada uno se queda con dos.

Necesitamos opciones para poder decidir. Si ante la adversidad solo disponemos de una alternativa, es más fácil que el problema se convierta en una obsesión. Si tenemos dos opciones, nos hallaremos ante un dilema. El pensamiento libre requiere de, al menos, tres opciones para ser eficiente.

La creatividad sirve para producir ganancia de sentido, para pensar lo que conocemos en términos de otra cosa.

Es importante, pues, que la creación de alternativas tenga en cuenta el contexto en que se generan.

Vivir la propia vida significa ser específico, particular y subjetivo. Ser uno mismo.

En la primera parte de la vida se caracteriza por el anhelo de ser aceptados por el clan, la segunda prioriza nuestro desarrollo subjetivo, cada uno debe tomar su vida como su propia gran obra.

La creatividad implica aportar al mundo la única y original manera que cada uno tiene de hacer las cosas.

La importancia de la creatividad radica en su capacidad para burlar la inteligencia consciente y altamente estructurada que mantiene los supuestos problemáticos.

La creatividad es un viaje de retorno a casa, una manera de recuperar el propio pulso. Un pulso que quizá ha sido abandonado debido a la necesidad de ser aceptados. Para eso hay que asumir el miedo que sentimos a perder el control.

Carl Jung describió la sombra como una instancia psíquica en la que una persona deposita todo lo que rechaza de sí misma o intuye que no le gusta a los demás. Abraham Maslow habló de un saboteador interno que a veces paraliza nuestras intuiciones más lúcidas, por ejemplo si nos ponen en riesgo de ser rechazados.

La excesiva seriedad de una persona o el inoportuno deseo imparable de serlo, la rabia sin razón aparente, la exigencia insistente de ser queridos, la emergencia del deseo sexual, el entusiasmo para hacer múltiples preguntas y otras muchas cosas quedan relegadas a la sombra si alguien tiene la sospecha de que son aspectos inadecuados o que pueden afectar a la opinión que los demás tienen de él. En la segunda parte de la vida, la sombra propia de cada persona se queja en forma de malestar y desazón, porque constituye una parte de ella misma que quiere ser integrada a la luz de la personalidad se trata de una protesta que no suele tener "texto" sino que expresa a través de signos de malestar, como pueden ser desordenes en el sueño, tristeza excesiva, dificultad en la concentración, falta de vitalidad, etc.

La vía más satisfactoria para recuperar el equilibrio es el empleo de nuestra creatividad a fin de hallar la forma de que todas nuestras polaridades o aspectos de la personalidad tengan cabida en nosotros mismos.

Este es el proyecto para toda una vida y empieza a recuperar la capacidad de juego.

Bernardo Ortin

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