jueves, 3 de octubre de 2013

ENCONTRAR EL PODER INTERIOR

Todos hemos conocido a personas que destacan por su optimismo, su vitalidad y su armonía a prueba de adversidades. Son personas que hallan la fuerza en su interior, una seguridad personal forjada en la coherencia: vivir como se piensa, respetar los propios principios.

Gracias a la fuerza interna que late en cada uno de nosotros podemos sobrevivir a la adversidad y a las circunstancias difíciles. En épocas de crisis y desilusión, es esta fuerza interna, la que nos ayuda a remontar. Nuestra capacidad de superar situaciones críticas o catastróficas es extraordinaria. Tenemos un gran potencial que parece despertar en esas circunstancias.

La pregunta es ¿qué sucede con esta capacidad cuando las cosas van más o menos bien, en el día a día cotidiano? ¿Para qué, cuándo y dónde usamos el potencial que albergamos? ¿Acaso solo despierta cuando afrontamos dificultades? Parece que cuando estamos en "la normalidad" de lo cotidiano, caemos en el descuido y la pereza, perdemos nuestra claridad mental y nos debilitamos. Entonces, nos quejamos, criticamos y nos lamentamos. Se atrofia nuestra capacidad de vivir en plenitud y de no ser vencidos por las influencias que nos debilitan. El filósofo hindú, Rabindranath Tagore nos recuerda que:

"La vida es un río.
Tú eres la barca que fluye en el río.
Si dejas que el agua de la vida
entre en tu barca,
te hundirás en el río"

Cuando las situaciones nos influyen demasiado y entran en nuestro ser, ya no dominamos nuestra barca, perdemos el rumbo o, en el peor de los casos, nos hundimos. Nuestros pensamientos se debilitan y nuestros sentimientos son de agobio y de asfixia. La mente se dispara y no dejamos de preocuparnos. Nos distraemos y nuestra fuerza vital se disipa. Perdemos capacidad de atención y la energía se dispersa.

ESCUCHAR AL CORAZÓN

Para evitar caer en ese torbellino mental es necesario controlar nuestros pensamientos, tener claridad en las decisiones y no permitir que nuestros hábitos poco saludables nos dominen, lo cual, en gran medida, se consigue gracias a la meditación.

Por otro lado, nuestro poder interior reside en no pensar una cosa, sentir otra, decir otra distinta y finalmente, actuar de diferente manera. Tenemos que escuchar a nuestra conciencia, ya que es el verdadero timón de nuestra vida. Si la escuchamos, nuestras decisiones se basarán en lo que mantiene nuestra integridad y nuestra fuerza. Así, en las propias acciones lograremos expresar todo nuestro potencial ayudándonos a nosotros mismos y a los demás.

Cuando actuamos con una visión clara, con autoestima, confianza y serenidad, adquirimos también la capacidad de llevar a cabo todos nuestros propósitos con éxito. Al hacerlo de esta manera, nos sentiremos plenamente satisfechos.

Cuando por el contrario, lo que hacemos no es lo que pensamos ni lo que decimos, nuestras palabras pierden fuerza. Cuando un padre le dice a su hijo que no haga algo, pero él mismo cae en esa falta, su mensaje pierde sentido al no apoyarse en el ejemplo. El hijo escucha el consejo, pero puede ver que su padre no lo sigue, lo que siembra una duda en él. "¿Cómo es que él me aconseja esto, pero no lo práctica?"

En una cumbre sobre las amenazas medioambientales que tuvo lugar en la ciudad brasileña de Sao Paulo, un ministro de Medio Ambiente se disponía a hacer una ponencia. Mientras esperaba a que le diesen turno, se le podía ver fumando un cigarrillo tras otro, habló para proponer soluciones a la polución y, por otro, contaminaba el lugar con total desconsideración. Esta falta de integridad entre lo que uno piensa, dice y hace provoca pérdida de poder en la acción, falta de coherencia y grave disminución de la confianza en los demás.

CON CRITERIO PROPIO

A veces, confiamos más en lo que nos dicen que en nuestra propia conciencia y actuamos queriendo complacer al otro yendo en contra de lo que creemos que hay que hacer. El resultado es que nuestra acción no tiene fuerza de todo nuestro ser y su impacto se reduce o anula. Decidirnos y actuamos influidos por los demás y queremos complacerles. Entonces, tenemos expectativas, esperamos su aprobación y su agrado.

Nosotros elegimos cómo responderemos a los estímulos que los demás y las circunstancias nos provocan. Reconozcamos que somos responsables de nuestros pensamientos, palabras y acciones. Esta es la base inicial para recuperar todo nuestro poder interior. "La máxima victoria es la que se gana sobre uno mismo" nos dijo Buda.

Vivamos en armonía con lo que pensamos, decimos y hacemos. Para ello hemos de estar en permanente contacto con nuestras fuerzas internas, nuestra capacidad de ver, de discernir, elegir y decidir.

Miriam Subirana
Profesora de Meditación


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