sábado, 11 de enero de 2014

VIVIR DESDE EL APRECIO

Fijarnos en lo que no funciona de nuestra vida es una perspectiva limitada y limitante. Observar cada situación centrándonos en los aspectos positivos permite solucionar problemas y, además hace florecer nuestras fortalezas.

La palabra apreciar tiene varios significados entre ellos "sentir afecto o estima hacia alguien", "reconocer el mérito de alguien o de algo" y "aumentar el valor o cotización de una momenda en el mercado de divisas" Las dos primeras aceptaciones son las más obvias; todos hemos dicho alguna vez que apreciamos a alguien, y sabemos también que apreciar implica valorar o reconoce las cualidades de las personas y las cosas. El tercer significado, el que se usa en el mundo de la economía y las finanzas, tal vez nos es menos familiar: cuando una moneda pierde valor en el mercado, se devalúa o se deprecia.

Lo mismo sucede en nuestras vidas psicológica: aquello que apreciamos crece o aumenta de valor en nuestra vida; mientras que lo que no apreciamos disminuye o se devalúa. Por ello, el doctor Tal Ben-Shahar, uno de los profesores más reconocidos en el campo de la psicología positiva, suele afirmar: "Lo que apreciamos se aprecia". Este principio aparentemente sencillo y redundante, tiene un gran impacto en nuestra felicidad y en nuestras relaciones con los demás.

Algo muy curioso es que el aprecio no solo reconoce las cualidades que ya existen sino que las nutre y la potencia. Esta es la base de una metodología muy poderosa, la indagación apreciativa (Appreciative Inquiry), desarrollada por el doctor David Cooperrider, de la Universidad Case Western Reserve (EE.UU). Originalmente, surgió como una herramienta para favorecer el funcionamiento de ciertas organizaciones y, actualmente, tiene implicaciones en muchos ámbitos, desde la vida familiar hasta el desarrollo comunitario y la planificación urbanística. La indagación apreciativa consiste, como su nombre sugiere, en indagar o investigar desde una postura de aprecio. Se trata de tener la curiosidad y hacer preguntas sobre lo que está bien en las organizaciones y en las personas. Sin embargo estamos acostumbrados a observar qué está mal para poder arreglarlo y mejorar. Si, por ejemplo, nuestro hijo llega de la escuela con unas notas de 9 en biología, 8.7 en química, 9,5 en literatura y 6 en matemáticas, ¿sobre qué hablaremos primero? Muy probablemente le diremos "¿Porqué tienes una nota tan baja en matemáticas?".

Nuestra lógica suele decirnos que lo que ya va bien no necesita tanta atención, que hay que centrarse en los puntos débiles. La indagación apreciativa - y otras metodologías emparentadas con ella, como el trabajo centrado en soluciones - propone una perspectiva diferente: fijarnos primero en lo que ya funciona, en lo que ya está bien, en lo que hay que preservar, como punto de partida para el desarrollo y la transformación de las relaciones, las familias y las organizaciones.

¿Cómo se leva esto a la práctica? Imaginemos que un consultor llega a una empresa y, en una reunión con los empleados, les pide que contesten a estas preguntas:

* ¿Qué es lo mejor de trabajar en esta empresa?

* ¿Cuál fue el logro más importante que esta compañía consiguió el año pasado?

* ¿De qué se sienten más orgullosos en su trabajo como organización?

* ¿Cuáles han sido los comentarios más positivos que han recibido de sus clientes?

* ¿Cuál creen que ha sido el mayor acierto de la Dirección en estos tiempos?

* ¿Cuáles de sus talentos pueden poner en práctica en el trabajo cotidiano?

* ¿Cuál es su sueño para el futuro de la empresa?

Cuando se invita a las personas a observar y apreciar lo que hacen bien, se genera mucho entusiasmo y energía, surgen nuevas ideas y se empiezan a contemplar posibilidades que antes no se imaginaban. Es más productivo partir de lo que ya funciona, de las fortalezas, para seguir construyendo sobre ellas. En este proceso, primero se aprecian los logros y aciertos ya existentes; después se invita a soñar sobre cómo pueden ser las cosas si se construye sobre estos; y, después se planea e implementa el camino para lograrlo.

La perspectiva del aprecio no se limita a lo laboral; es muy útil en el hogar y en la familia,  ¿cuántas veces dejamos de las cualidades y acciones de nuestra pareja solamente porque ya estamos tan acostumbrados a ellas que ya no las vemos? Es una pena, pero no tiene por qué ser así...

Dawn Cooperrider, Jen Hetzel Silbert, Ada Jo Marin y Diana Whitney han escrito un libro sobre las dinámicas familiares positivas (Positive Family Dynamics, Taos Institute Publication, 2008) en el que ofrecen muchísimas opciones para apreciar lo mejor de nuestras familias en las diferentes etapas de la vida. En el caso de las "malas" notas  en matemática que comentábamos hace un momento, sugieren, por ejemplo, preguntarle al niño: "Dejemos de lado las matemáticas por un instante. Cuéntame de tu materia favorita, ¿cómo lo haces para ser tan bueno?. Escuchar con atención e interés su respuesta y, más adelante, decirle: "Oye, ¿y qué sería bueno para mejorar en matemáticas?

En lugar de preguntar a nuestro hijos qué han hecho hoy en la escuela - a lo que casi siempre responden: "nada" - , las autoras proponen preguntas como ¿Qué es lo más creativo que habéis hecho hoy?, ¿Cuál ha sido el mejor momento del día? o ¿Qué ha sido lo más interesante que has aprendido?". La idea es que hay preguntas que invitan a respuestas de una sola palabra - bien, nada, si, no - mientras que otras requieren reflexionar más y, probablemente, generan respuestas más ricas.

Dawn Cooperrider y sus colaboradores proponen también formular las preguntas apreciativas para fortalecer la historia y la identidad familiar. Sugieren, así, compartir algunas anécdotas de la familia para enorgullecernos de formar parte de ella. Otro ejercicio por nuestros familiares, preguntándonos: ¿Qué es lo que más admiro y valoro de esta persona y cómo se lo puede decir?" Los cumpleaños, aniversarios o celebraciones especiales son un buen momento para comunicar al festejado cuánto lo apreciamos y queremos.

El aprecio puede servir también para hacer planes de futuro en familia. Si se acerca el verano, podemos preguntar a cada integrante de la familia cuáles fueron sus vacaciones favoritas y por qué, para tratar de incorporar algunos de esos elementos a nuestros días de verano. La visión del pasado también se puede enriquecer si lo exploramos con aprecio y curiosidad. Nuestros abuelos son una fuente maravillosa de historias y experiencias; podemos hacerles muchísimas preguntas para que nos cuenten cómo vivían en el pueblo, qué era lo mejor de ser tantos hermanos y hermanas...

Cuando hacemos preguntas basadas en el aprecio, no solo obtenemos información sino que fortalecemos la relación con la persona que contesta y, probablemente, contribuimos a que su identidad se vea fortalecida. Recordemos que, al apreciar las cosas y a las personas, estas crecen y aumentan de valor. Si ponemos atención en lo que apreciamos en nosotros mismos y en los demás, todos ganamos.

Margarita Tarragona
Doctora en psicología 

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