viernes, 18 de noviembre de 2011

UNA HISTORIA DE EMOCIONES (Relato)


Hace mucho tiempo en los inicios de la vida, las emociones se reunieron para compartir su sabiduría, una a una fueron narrando hasta que el aburrimiento comenzó a bostezar y cada vez mas fuerte, molestas las demás emociones pedían que callara sus bostezos, no puedo evitarlo, respondió, -esta en mi naturaleza-, pero la locura como siempre tan loca propuso un juego. -Amapola, punto y coma, el que no se escondió ¡se embroma! la intriga agudizo su mirada y la curiosidad sin poder contenerse preguntó de que se trataba, dijo la locura, -yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden, y cuando ya haya terminado de contar, el primero que yo encuentre, ocupará mi lugar para continuar jugando-. el entusiasmo comenzó a aplaudir muy fuerte, mientras que la euforia se abrazaba a las demás emociones y la alegría, cantaba y cantaba, tanto que terminó por convencer a la duda que no sabia si jugar o no, e incluso a la apatía, a la que nunca le interesaba nada. Pero la verdad prefirió no esconderse porque al final siempre la hallaban; la soberbia se alejo molesta por no ser la autora de la idea y dijo que era un juego tonto; la cobardía prefirió no arriesgarse, mientras que la pena y la tristeza se abrazaron para llorar mas cómodas, una apoyada en la otra. Uno, dos y tres, empezó a contar la locura. la primera en esconderse fue la rapidez, y corrió a esconderse, y al llegar al lugar elegido la urgencia lo acaparo, la pereza que como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. la fe subió al cielo de la mano de la compasión y la envidia se escondió tras la sombra del triunfo, quien por su propio esfuerzo había logrado subir a la cima de la montaña. la generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que encontraba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos, que si un lago cristalino para la belleza; que si la reja de ramas para la timidez; que si las ráfagas del viento: magnífico para la libertad, un lugar profundo y oscuro para el miedo, y termino por ocultarse en un rayito de sol. La ira encontró su lugar entre los estruendos de una tormenta, el egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo, pero solo para el. La mentira se escondió en el fondo de los océanos, no, mentira, detrás del arco iris, no mentira y la pasión y el deseo en el magma de los volcanes. el olvido, se me olvidó donde se escondió. Cuando la locura llego al 999.999, el amor aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo estaba ocupado, hasta que al fin divisó un rosal y enternecido decidió esconderse entre sus flores. -un millón- dijo la locura y comenzó a buscar. la primera en aparecer fue la pereza solo a tres pasos de una piedra. después se escuchó a la fe discutiendo con Dios sobre zoología; a la pasión y el deseo las sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a la envidia, y claro, pudo deducir donde estaba el triunfo. Al egoísmo no tuvo ni que buscarlo, el solito salió de su escondite, que resultó ser un nido de víboras. De tanto caminar, sintió sed y al acercarse al lago descubrió la belleza, y con la duda la encontró dudando donde se escondería. Una a una las fue encontrando, el talento, entre la hierba fresca, a la angustia, en una oscura cueva, a la mentira, detrás del arco iris, no, mentira y hasta encontró al olvido, que se había olvidado que estaban jugando, pero solo el amor no aparecía por ningún lado. la locura corría como loca, como poseída por . . . la locura. Buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo, en las cimas de las montañas, y cuando estaba por darse por vencido vio a lo lejos un rosal, llamo pero el amor no apareció, entonces decidió mover las flore para que al caer los pétalos el amor quedara al descubierto, tomó un palo y de un golpe seco movió el tallo. Cuando de pronto, se escuchó un grito de dolor que paralizo a todas las emociones. Las espinas habían herido los ojos del amor. La locura, sintiendo que la culpa lo miraba acusadora no supo que hacer para enmendar su error; lloró, rogó, imploró, hizo bromas y volvió a llorar y finalmente pidió perdón, a modo de enmienda decidió que lo mejor que podía hacer por el amor era convertirse en su lazarillo. Y desde aquella primera vez que las emociones decidieron jugar, el amor se volvió ciego y la locura lo acompaña siempre, siempre . . .

EXTRAÍDO DEL LIBRO INTELIGENCIA EMOCIONAL DE MARCELA AGUILAR Y DOLORES ROLLERI
 
Fantásticoooooooo me encanto por eso lo publique en Africa, espero os haya gustado
 
Un abrazo
 
Africa

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